En los 2000, un consumidor de Becker descubrió en las letras Beck la silueta de un gato haciendo surf, lo que convirtió a este gato surfer en un ícono de la marca. Sin embargo, con del tiempo, Becker fue perdiendo relevancia y se distanció de su target.Nuestro desafío fue revitalizar este símbolo, dándole un rol protagónico para reconectar a la marca con su audiencia. Mediante la ilustración y simplificación de figuras, personajes y referencias culturales afines a los gustos juveniles, creamos 100 versiones diferentes del gato surfer. Así, éste volvió a ocupar un lugar central en la comunicación de Becker, consolidándose como un ícono cultural y reavivando el vínculo emocional con sus consumidores.